lunes, 14 de septiembre de 2009

cuando lo muerte da risa


Cuando La Muerte da Risa


El otro día asistí a la proyección de un clásico del cine, la película “Taxi Driver”, este film está dirigido por Martin Scorsese y protagonizado por Robert de Niro quien hace de un taxista ( ex marine norteamericano) que recorre las calles de la gran ciudad y se obsesiona cada vez mas por limpiar ésta de vicios y delincuencia.

En la escena final, cuando la obsesión de Travis se ha convertido en locura, armado hasta los dientes pretende salvar a una prostituta adolescente, entra a un hotel de mala muerte y dispara a todo el que se cruza en su camino, la sangre brota de las cabezas, salpica las paredes, mientras Travis avanza como ángel exterminador pagando también con su sangre la osadía de querer subvertir ese sórdido mundo.
Esta escena final es una de las más crudas por su realismo en la historia del cine.

Mientras afuera de la pantalla en las tres dimensiones de la vida real en la que me encuentro observando con mucha tensión el final del film, no pude evitar oír que algunos se ríen precisamente en las escenas de muerte.
Me pregunto que pensaría Scorsese viendo la reacción de esas personas en una escena creada para provocar la máxima tensión en los espectadores.
La gente ríe donde no debería hacerlo. No nos engañemos por esa risa, intuyo que allí esta el reflejo de un problema más profundo, grave y que involucra a toda la sociedad.
¿Por qué ríen algunas personas ante tan cruda violencia?

Ojo que no estamos hablando de una mala película donde lo burdo de la actuación o la técnica provocan risa donde debería sentirse miedo o tensión, tampoco se trata de un film de genero gore, en los que la exaltación del mal gusto y lo grotesco de destripamientos, explosión de cerebros o chorros de sangre hacen que tengan un publico que sabe a que atenerse cuando va a ver este tipo de pornografía; tampoco es una película de Tarantino en las que la violencia suele ser una coreografía estilizada que asemeja al mundo de la danza y la historieta, el mundo irreal pero creíble de Tarantino que no tiene nada que ver con el que vivimos.

Pero cuando Scorsese presenta la vida de un taxista en una ciudad, con toda su fauna y el palpitar de su corazón nocturno, sus puntos neurálgicos, la selva de cemento, o la gran bestia que es cotidiana a cualquiera que tenga algo de lo que se llama calle; de hecho la realidad nos toca de cerca.
Entonces, volviendo a la pregunta, ¿Por qué la gente ríe cuando debería estar en tensión en una película con escenas tan reales?


Sólo me queda ensayar una respuesta y apelo a la psicología: la desensibilizaron sistemática, ésta consiste en someter poco a poco a un individuo sensible a un hecho, visión, objeto, interacción etc.; gradualmente, al mismo estimulo de tal modo que su repetición vaya haciendo que se pierda paulatinamente la sensación que producía al principio, en pocas palabras se pierde la sensibilidad y un hecho que generaba, horror, asco, etc., va perdiendo esa fuerza y luego ya no nos dice nada o quizá nos hace sentir el efecto contrario. Nuestro cerebro lee el asunto de manera diferente.

Y aquí quiero hacer ciertas preguntas algo perturbadoras: ¿Cuántos asesinatos ha visto un niño de doce años en su corta e inocente vida?
¿A cuanta gente ha matado en sus videojuegos?
Y ¿Quién emplea los medios para desensibilizar a la gente?, ¿Por qué se permite tanta violencia en los medios de comunicación, ¿Somos algo paranoicos al llegar a pensar que éste es un gran plan que prepara a la sociedad para desensibilizarse de la muerte de sus semejantes? ¿Los que consumen ese tipo de productos audiovisuales son conscientes en todo momento de que se trata solo de una representación o ficción?

Esa risa debería preocuparnos, puede ser un síntoma de que la sociedad esta enferma por una mal contagiado y propagado por medios masivos de comunicación.

No queremos ver casos de matanzas en los colegios porque a algún alumno le miraron feo.
Que las nuevas generaciones no sean parte de este posible experimento de consecuencias insospechadas. Vigilemos y sepamos que ven los niños y adolescentes y cuantas horas al día están pudiendo ser desensibilizados.
Deseamos que la muerte de nuestros semejantes nunca nos provoque risa, ni siquiera en el plano de la ficción.


Carlos Flores- Guerra Portillo

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